
La sección sindical de CGT en Konecta BTO Málaga ha convocado paros parciales el próximo 27 de marzo para exigir una mejora de las condiciones laborales. Se trata de la segunda vez que las más de 400 personas trabajadoras que componen la plantilla están llamadas a colgar los cascos, después de que el pasado 30 de enero ya lo hicieran, y celebraran además una manifestación que recorrió las principales calles del Parque Tecnológico de Andalucía. Los motivos son, entre otros, el abuso de los contratos temporales y fijos-discontinuos, que suman más del 50% del censo, los errores en nómina, que suponen descuentos injustificados, las jornadas de hasta ocho días continuados, que repercuten de manera negativa en la salud física y mental de las personas trabajadoras, la limitación en la petición y disfrute de los libres por festivo, impuesta unilateralmente por la empresa, las sanciones indiscriminadas o la falta de medidas de conciliación. Estas reivindicaciones no son nuevas.
Desde CGT llevamos meses instando a la empresa para que tome medidas, más aún después de que la evaluación psicosocial realizada arrojara unos resultados desastrosos. Sin embargo, la salud y la seguridad de la plantilla nunca ha sido una de las preocupaciones de Konecta. Ya lo demostraron en el mes de noviembre cuando, durante el paso de la DANA por la provincia de Málaga, en plena alerta roja y con el rio Campanillas a punto de desbordase, no se paralizó la actividad. Tuvo que ser Protección Civil, junto a la Policía Local, quien ordenara el desalojo de los/as allí presentes. Pudiera parecer que este hecho no tiene relación con las nefastas condiciones laborales descritas en líneas anteriores, pero nada más lejos de la realidad. Y es que ambos denotan una máxima común: para Konecta, sus beneficios son más importantes que nuestras vidas.
Así, el ambiente de crispación y sus efectos sobre la salud de la plantilla se están dejando notar desde hace ya mucho tiempo. Prueba de ello es que el número de bajas laborales se ha multiplicado a tenor de estas circunstancias. Sin embargo, la empresa prefiere mirar para otro lado y justificar su lamentable actitud. Buen ejemplo de ello es que durante la mediación previa a la huelga del pasado 30 de enero, los representantes de la compañía llegaron a utilizar argumentos tan absurdos como que muchas personas trabajadoras están contentas con las jornadas de ocho días continuados, o que los errores en nómina son justificables por el volumen de la plantilla. Tales afirmaciones provocaron la risa de los miembros del comité de huelga, y dejaron patente que la empresa no estaba por la labor de llegar a un acuerdo favorable que pusiera fin a las movilizaciones. Tanto es así que, tras los paros anteriores, ningún responsable se ha puesto en contacto con la sección sindical para entablar un nuevo diálogo. Todo ello no viene a significar que la huelga no sirva para nada, sino todo lo contrario. Es fundamental que la plantilla siga organizada para lograr una mejora real de las condiciones laborales. La huelga, como herramienta que pone en peligro los beneficios empresariales y que permite la organización de la clase trabajadora, es también la mejor manera de poner fin a los abusos laborales. Ejemplos como el de las compañeras de Inditex nos indican que el camino es el correcto.
¡Si esto no se arregla, vamos a la huelga!