Unitono trata de convencernos de que somos culpables de que el negocio no vaya como esperaba, esto quedó patente en la exposición de la última reunión mantenida con el Comité de Empresa, donde venían a decir que a causa de no codificar todas las llamadas y gestiones, el servicio peligra. No obstante los trabajadores somos plenamente conscientes de la mala gestión de la empresa en cuanto a recursos humanos. Es decir, de su capital principal: nosotros.
El grado de cosificación al que nos vienen sometiendo llega al punto de convertirnos en máquinas de responder llamadas y codificar ‘a troche y moche’. Unitono no gestiona un servicio de atención telefónica sino que explota un extraño filón cuya riqueza son las codificaciones que debemos producir a destajo para que casen las cuentas. La profesionalización a través de una formación adecuada y constantemente actualizada, no entra entre sus expectativas, muestra palpable es la caótica convergencia a la que, como los cristianos a los leones, hemos sido arrojados. Consiguientemente, tampoco la calidad de los servicios está entre sus prioridades.
De ello somos testigos en primera persona ya que somos quienes tenemos que dar la cara en primera línea, bien sabemos cómo: sin la formación adecuada; sin intervalos entre llamada y llamada (incluso solapándose unas con otras) que permitan el más mínimo respiro o recolocación; sin tiempo para acceder a la información ( insuficientemente actualizada y por lo general precaria…). Qué no sabremos nosotros en el día a día de la distancia entre lo que se nos exige y las herramientas que se nos proporcionan para llegar a ese grado de excelencia. Excelencia, por otra parte, enigmática, pues al no existir auditorías públicas, se desconoce el baremo de evaluación.{jcomments on}