El despido colectivo ejecutado por Transcom Madrid y que ha terminado con la salida de la empresa de 276 trabajadoras y trabajadores, que hasta ahora tenían un puesto de trabajo estable, merece un análisis en profundidad que intentaremos hacer ahora.
Este expediente de despido colectivo fue presentado por una supuesta causa productiva que no existe. Esta causa nace al decidir el Banco de Santander que algunos servicios que tenía con Transcom pasaran a partir del 16 de junio a otras empresas de Telemarketing en Madrid, como son Konecta, Unisono y Sitel.
Si no fuera porque el convenio colectivo, recién firmado por los sindicatos CCOO, UGT y la patronal, no obliga a la subrogación en casos como este, no habría ni un solo despido, porque todos los trabajadores y trabajadoras pasarían a formar parte de las otras empresas manteniendo todos sus derechos laborales, como la antigüedad, la jornada, el horario, el salario, etc.
Hacemos un paréntesis aquí para recordar que durante la negociación del convenio, que duró dos años y medio, todos los sindicatos de la mesa defendíamos la subrogación cuando había cambio de empresas subcontratadas. No fue hasta el último día cuando los sindicatos CCOO y UGT volvieron a tragar y habilitaron que empresas de la patronal como Transcom despidieran sin causa.
Una vez presentado el despido por parte de la empresa a primeros de mayo, comprobamos que a pesar del convenio colectivo, analizando este caso en concreto y aplicando la normativa de la Unión Europea, también era posible defender la subrogación de todos lxs trabajadorxs. La dirección de Transcom se negó desde el primer momento a que lxs trabajadorxs mantuvieran sus derechos, pero en un principio todos los sindicatos defendimos en la mesa que esta causa de despido era falsa, que los puestos de trabajo se tenían que mantener y con ellos los derechos de lxs trabajadorxs. Lamentablemente, esta postura se fue diluyendo a lo largo de la negociación.
Desde CGT comprobamos cómo algunos sindicatos especialmente amarillos como USO y CsiF abandonaban pronto las reivindicaciones y solo se preocupaban por una rápida indemnización asumiendo todos los argumentos de la empresa.
UGT, un sindicato muy minoritario en Transcom, daba bandazos encima de la mesa y en unas ocasiones decía que el convenio colectivo era un fracaso – sin recordar que ellos lo habían firmado – y en otras ocasiones se posicionaba al lado de los sindicatos amarillos sin ponerse colorado.
CGT se posicionó en contra de los despidos desde el primer momento, pero no solo por la subrogación, que mantuvo desde el primer hasta el último día como principal causa para no aceptar la medida planteada por la dirección de Transcom, sino porque se demostró encima de la mesa que en Transcom había trabajo para todas y todos los afectados. Si desaparecía este servicio del Banco de Santander se podía perfectamente reubicar a todas las afectadas y afectados en las diferentes campañas de Madrid, muchas de ellas también de carácter bancario, por lo que la reubicación era si cabe más fácil. La empresa tuvo que ir bajando el número de afectadxs inicialmente planteados (321) hasta el número final, no por voluntad de no despedir, sino porque era manifiestamente vergonzoso contratar a gente en el mismo momento en que pretendía hacer un despido colectivo, y tuvo que plantear las reubicaciones a las que se vio forzado porque los sindicatos encima de la mesa les ponían de nuevo colorados.
Asumir que esta causa supuestamente productiva era motivo para despedir era peligrosísimo, no solo para estxs trabajadorxs que ahora se tienen que ir, sino porque en el futuro por cualquier nueva causa que se les ocurra podrán despedir a lxs trabajadorxs de Transcom y, cuando alguien plantee el volumen de contratación, la empresa recordará que los sindicatos validaron este ERE por una causa similar sin contemplar las reubicaciones como solución. Dicho de otra manera, cuando se firma un ERE en una empresa y no se combate hasta el final, se abre la veda para que esa misma empresa en el futuro plantee más EREs como forma de despedir a lxs trabajadorxs sin control. En las empresas de Telemarketing ir cambiando a lxs trabajadorxs quemadxs por mano de obra barata es una forma de exprimirnos al máximo. CGT siempre recuerda que lo que quieren no son trabajadorxs sino carne para la picadora.
Sin embargo, durante esta negociación los sindicatos CCOO y Co.Bas defendieron posiciones análogas a las de CGT y llegaron a la última reunión del período de consultas diciendo lo mismo: no hay causa para los despidos, es un fraude y lo que tiene que hacer la empresa es optar por la subrogación o reubicar a lxs trabajadorxs afectadxs.
Lamentablemente, la empresa, utilizando prácticas que recordaban tiempos pasados, montó una asamblea en tiempo de trabajo y dentro de las instalaciones de la empresa con intervenciones programadas para, con sus lacayos habituales y sus sindicatos amigos, enmudecer cualquier voz contraria al ERE. La asamblea se resume en decirles a los trabajadorxs que no había nada que hacer y solo podían optar entre una mayor o una menor indemnización. Susto o muerte era lo que tenían que elegir lxs trabajadorxs señaladxs por el ERE.
No obstante, aunque quieran borrarlo del imaginario colectivo como si fueran Joseph Goebbels, muchxs trabajadorxs concienciadxs levantaron su voz en la asamblea y dijeron que no se podía firmar el ERE y que la única cosa que tenían que hacer los sindicatos era defender sus puestos de trabajo hasta el final. Si eran o no mayoría es interpretable, porque de esa “supuesta” asamblea no hay ni acta ni nada que diga qué querían lxs trabajadorxs, que también habían hablado el 2 de junio cuando secundaron masivamente una huelga convocada por CGT.
El último día de la negociación, como decíamos antes, tanto CGT como Co.Bas y CCOO defendíamos que no había causa para el ERE y que la empresa debía retirarlo. Lxs respectivxs delegadxs sumaban 17 de los 27 miembros del Comité de Empresa, y por tanto parecía que no íbamos a firmar esos despidos. Si la empresa quería despedir lo iba a hacer sola sin la firma de la mayoría de los sindicatos.
Sin embargo, el sindicato CCOO hace mucho que dejó de ser un sindicato combativo. Desde CGT nuestros ojos pudieron ver ese día como compañeras que se creían lo que habían dicho durante toda la negociación empezaban a recibir presiones inaguantables de la cúpula del sindicato para firmar el ERE. Se nos ponían los vellos de punta cuando se interrumpía la reunión porque estas compañeras salían llorando de la sala. Alguna delegada de CCOO sin embargo defendía con mucho ahínco la firma de los despidos. Luego supimos que era porque se quería ir voluntariamente y quería hacerlo en las mejores condiciones económicas posibles. Si su sindicato no firmaba el ERE ella ganaba menos dinero y, por tanto, su decisión estuvo pervertida en toda la negociación.
Lamentablemente, las delegadas de CCOO que se oponían al ERE no aguantaron y terminaron claudicando y firmando, junto con el resto de sindicatos amarillos, los 276 despidos finales a cambio de 32 días por año trabajado. No solo firmaban la indemnización, también decía que había causa para los despidos, que no había reubicaciones y por tanto abrían la veda para que todxs lxs trabajadorxs podamos sufrir despidos parecidos con un antecedente que nos va a pesar como una losa.
Desde CGT les abrimos las puertas del sindicalismo combativo y les decimos ahora como les dijimos antes que rompan con la inercia que llevan y abandonen esa organización sindical que hace mucho que defiende intereses ajenos a la clase trabajadora.
CGT no firmó el ERE, mantuvo la postura inquebrantable en defensa de los derechos de lxs trabajadorxs desde el primer hasta el último día y llevará a los tribunales todo este proceso por las causas que os hemos ido contando.
Lucharemos hasta el final y no aseguramos que vayamos a ganar, pero desde luego lo que vamos a hacer es mantener la dignidad y defender hasta el último día los puestos de trabajo. Para eso existimos los sindicatos, para defender los puestos de trabajo.