Lo han intentado con todo. Con mentiras al principio, negando información sustancial después, y, finalmente, chantajeando de forma burda a los representantes de los trabajadores. La dirección de esta empresa se ha colocado en un callejón de una sola salida: la defensa del disparate.
Por mayoría, el Comité de Empresa se ha negado a firmar este ERE fraudulento, que pretendía justificar 56 despidos de compañeros con datos falsos e informes tramposos. CGT, firme en el convencimiento de que podíamos parar esta estrategia de GSS Line, que tenía como inconfesable objetivo final utilizar la herramienta jurídica de los Eres para ir deslocalizando las campañas al Perú, ha logrado mostrar a gran parte de los representantes de los trabajadores la sinrazón de los argumentos empresariales. Buscaban, los arteros, de que se validasen las causas económicas, de que una mayoría firmase la necesidad del Ere, para disponer de una coartada futura para los despidos colectivos que nos tienen preparados.
Lamentable ha sido el papel de las delegadas de CCOO en estas negociaciones, atrincherándose junto con el sindicato amarillo CTI, en un discurso despreciable y cobarde. Haciendo bandera de los intereses de los trabajadores afectados, les propusieron a éstos confeccionar una lista de voluntarios que entrasen en el ERE a cambio de que saliesen otros. De este modo, los despedidos conseguirían 29 días por año trabajado, en vez de los veinte. Imaginaros qué maravilla: pretendían validar las causas económicas del ERE, condenando a toda la plantilla de GSS Line a futuros despidos colectivos por el mismo motivo, y los afectados, en vez de denunciar individualmente, se iban a la calle con nueve días más de lo que marca la ley.
Por otra parte, la empresa ha pretendido coaccionarnos hasta el último momento. Después de confesar que no existían ya razones objetivas para que los 14 trabajadores de CECA fueran despedidos, los ha vuelto a incluir otra vez
en la lista del ERE, junto a dos compañeros de la campaña BPO, a los cuales ya les habían ofrecido una reubicación. La razón: no firmábamos el ERE. El chantaje ha llegado hasta lo abyecto cuando otra trabajadora, que había certificado la tutela de un familiar, y que en un principio se había comprometido la empresa a excluirla de la lista, ha vuelto a ser incluida de nuevo. Nuestra sección, esta vez apoyados por unanimidad por los delegados de UGT, ha logrado que finalmente el Comité de Empresa no aprobara este ERE.
No queda otro camino. Los 56 trabajadores tienen que denunciar su despido, una vez que tengan constancia de él por escrito. Nosotros lo impugnaremos judicialmente. Y vamos a ganar.Los afectados recibirán finalmente los 45 días por año trabajado o la empresa tendrá que volverles a readmitir. Este ERE tramposo lo vamos a parar. Lo estamos logrando.