1910-2010: Cien años de Anarcosindicalismo
Hace ahora 100 años el coraje y la rebeldía de un puñado de mujeres y hombres hizo que el mundo empezara a cambiar de base.
Conscientes de que la emancipación de los trabajador@s sólo podría realizarse por la acción directa de los mismos trabajador@s, sometidos de todas condiciones y oficios decidieron organizarse autónomamente como personas libres y asumir el destino de sus vidas en comunidad al margen de amos, gobiernos y supersticiones.
«»Hace ahora 100 años el coraje y la rebeldía de un puñado de mujeres y hombres hizo que el mundo empezara a cambiar de base.
Conscientes de que la emancipación de los trabajador@s sólo podría realizarse por la acción directa de los mismos trabajador@s, sometidos de todas condiciones y oficios decidieron organizarse autónomamente como personas libres y asumir el destino de sus vidas en comunidad al margen de amos, gobiernos y supersticiones.
Nacía así el movimiento anarcosindicalista bajo las siglas históricas de la Confederación General de Trabajo y la Confederación Nacional del Trabajo, inspirado en los principios que dinamizaron la Primera Internacional de Trabajadores, la más democrática, humanista y revolucionaria expresión de autodeterminación política y social que han conocido los tiempos modernos.
Y la experiencia ha demostrado que esas siglas e ideales antiautoriarios han sido los que han promovido las transformaciones sociales más importantes y ambiciosas de la historia. Refutando la cultura de sumisión que predicaban las clases dirigentes, las oligarquías y la iglesia, combatiendo sobre el terreno la intolerancia de la burguesía depredadora, predicando con el ejemplo de su solidaridad y disputando palmo a palmo al totalitarismo en armas las conquistas con tanto sacrificio alcanzadas.
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Adelantados a su tiempo y pioneros en la denuncia de las injusticias, fueron anarcosindicalistas quienes arrancaron de las garras del capital la jornada laboral de 8 horas y quienes con su lucha fraternal lograron tras siglos de humillaciones la equiparación social de las mujeres, llevando su ideario de revolución social plena, integral y libertaria por todo el mundo, y muy especialmente a América Latina, convertida desde entonces en el segundo hogar de ese heroico proletariado militante.
También fue la resistencia libertaria la que en un primer y crítico momento frenó en seco la embestida criminal de las tropas mercenarias nazifascistas llamadas por la dictadura franquista para someter al pueblo español y castigar su insolencia revolucionaria. Aún hoy, la revolución española de 1936-1939 asombra al mundo y es universal la valoración de aquella epopeya popular como hito histórico. Mientras aquí, en el propio escenario de la desigual contienda, el revanchismo y la desmemoria cómplice continúan escatimando el legado ético de aquellas gentes que llevaban un mundo nuevo en sus corazones.
Por eso hoy, al cumplirse el centenario de aquel fulgor que aún ilumina la fecunda senda de la libertad y la solidaridad, desahuciados ya definitivamente funestos espejismos autocráticos y estatalistas de poder que se han revelado rendidos compañeros de viaje de la dominación y la explotación, los anarcosindicalistas nos volvemos a autoconvocar para denunciar las nuevas e insospechadas amenazas que están poniendo en peligro la existencia del planeta y la convivencia en dignidad y afirmar nuestra fe en la humanidad trabajadora y en la derrota final de la barbarie capitalista y sus representantes.
Al despuntar el Siglo XXI, convencidos de que la patria de los oprimido@s es el mundo y su familia la humanidad , nosotros , hombres y mujeres, jóvenes y mayores, oriundos y foráneos, mestizos, enarbolamos la insumisión, la paz y la palabra para llamar a romper las recientes e invisibles cadenas de la servidumbre voluntaria.
Cuando todo en las alturas conspira para ahogar los gritos contra la injusticia establecida, anarcosindicalistas, sindicalistas revolucionarios, anarquistas, libertarios, anticapitalistas y antiautoritarios, como depositarios de la auténtica democracia de acción directa, afirmamos que nosotros somos el pueblo y su rebeldía infinita, y reconocemos la inmensa deuda contraída con las generaciones que nos precedieron en la lucha por la libertad, la justicia y la dignidad.
Porque el afán que guía nuestra anarquía representa la más alta expresión del orden.
Porque cuando todo el pueblo gobierna, como pretende el ideal de la verdadera democracia, nadie manda, como persigue el anarquismo.
¡¡SALUD Y LIBERTAD!!«»